Una vereda humedecida tras una manguereada. Ella con el culito en el asfalto y el en una silla oxidada.
“ ‘En mi casa se Susurra. En mi vida se finge y
se miente.’ – Gema era una mujer tremendamente infeliz. Y si no se susurraba,
se gritaba. Al menos eso decía Gema. Tenía 26 años y desde los catorce se
tomaba el trabajo de sacarse los zapatos para caminar en su casa; “Le encanta
andar en patas” – Decía su mamá, cuando, en realidad, esto era para pasar
desapercibida.
Tenía unos profundos ojos grises, casi verdes y
unas ojeras cansadas. Era como un diamante que gira sobre su eje de simetría.
Tenía mil caras, pero todas traslucidas, todas fascinantes, e igual de
intensas. Era tan multifacética que se consideraba bipolar y tenía tantos
intereses que terminaba nunca haciendo nada. Siempre que estaba triste
sucumbía, pero cuando los demás lo estaban, Gema era más que un antidepresivo.
Llegó ese día al café, yo ni la conocía. De la
nada me escupió toda ésta información poco supe yo que hace en ese instante con
ella.
Mucho tiempo después entendí el mensaje de ésta
mujer. El problema del cómo y el qué en la comunicación social. Le preocupaba
el tiempo que se perdía y el malgasto en nombre del Amor. Ese verano, me contó,
había llorado mucho y juro que en la cara se le notaba; ¡Qué expresión tan
triste que tenía esa muchacha!
Sólo me la crucé una vez más. Hace ya unos 500
años que no sé nada y ya a penas si recuerdo su cara. Pero la mujercita tenía
un fin en ésta vida; enseñar y curar. Más bien, diría yo, hacerle ver a la
gente lo que no quiere ver.
En nombre de Gema, y en su voluntad, me comprometí
a cambiar mi habla. Mi idioma. Sucedió una noche de verano, como todo lo que
sucede e importa; estábamos en córdoba. Éramos un par sentados en una loma
verde de un bello jardín. Abundó la sinceridad y la energía era otra, y me dejó
esa noche un mensaje… Si nuestras conversaciones fueran distintas, desde otro
lado, y basadas en otros pilares, pues sólo entonces nuestras vidas serían
distintas.
Lo más complicado es vivir y no existir. Casi
igual de complicado es ser puro y feliz. Hay que tener cuidado, porque a veces
una piedra en el zapato puede ser una Gema preciosa.
Te contaré más de Gema mañana, bella, ahora
tengo que ir al mercado.”