Esa noche ella le dejó un hilito que él cruzó con el suyo, y todo sin querer. Esa madrugada se apretó los dientes la Luna; se concretó un deseo que, si bien se haría presente a futuro, parecìa instalado en un ayer. En un eterno ayer de ganas de abrazarlo y de quererlo.
No hay miedo de hablar cuando se habla con el corazón. El es un tipo real y nos vinimos a dejarnos algo, o todo.
Lo seguro es que han atado mas de un nudo.