Aproveché la noche porque, si bien era verano, corría una ventolera que yo podía jurar venía desde Río Negro a Capital Federal. Estaba sola con mi Alma y los recuerdos. La pava que me hacía ruido de fondo y un sin fin de ecos de tu risa.
Me acordé en cuanto el agua hirviendo tocó el polvo instantáneo y me regaló su olor. Un efecto dominó de Domingos de futbol y rock and roll.
Te veo hasta en la sopa. Te amo hasta en ausencia. Te quiero porque te conocí y te detesto porque te estás dejando sufrir.
Hice dos sopas. Una para mí, otra para tu fantasma; te bailé un rato y después, sin hacer el Amor antes, nos fundimos en mi cama y dormimos tan abrazados que hoy me dolía el pecho cuando me desperté.