Alejo iba a ser una estrella fugaz. Era bonito; era real y
también, a veces no era tan bonito y se volvía bastante más oscuro; ella tenía
miedo. No sé bien si a ser como Alejo, si a volverse como él, si a que le
gustara de verdad… pero algo de todo hacía que sus patitas de tero se pusieran
a temblar.
Alejo le mentía mucho. Le ocultaba mucho más; pero cuando le
mentía, ella ya lo sabía y jugaba con una inocencia fingida desde un inicio;
todo lo demás era real. A veces, se doblaban la edad y él le hacía upa como a
un bebe. A veces sus momentos paralelos se encontraban.
Ella se recostaba y había un eclipse; aprovechaba para pedir
deseos, porque seguía nerviosa; porque es un auténtico pack de nervios.
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“Me
gustan
tus… mimos.” – dijo con miedo. – “Gustan de vos.”