Un viaje de Sol a Ción.

Ción; el lugar donde todo se yuxtapone
con el Alma.

domingo, 17 de febrero de 2013

climax

Si al final a nadie le importa mi nombre durante el orgasmo. Es un momento que guardo para mí, dónde se eclipsa todo lo demás y se crea un nuevo universo, milimésimo, milimétrico, pero nuevo, y propio, y egoísta. No hablo, justamente, de ser egoísta. Pero es imposible no entregarse a él.
No se compara, supongo, con la fríaldad del que se deja coger por atrás. No hablo de nada muy especial. Para mi, dar placer, es recibir placer, es más grande que ahondar un acto vacío y meramente personal.
Hablo del instante ese dónde el cuerpo pierde el Alma, y el equilibrio, y tiembla.
Como cuando, en una reunión, la música deja de ser música, y solo un simple eco de fondo, pero igual está.
No es protagonico el orgasmo, es puro placer. Creo, entonces, entender, que si el orgasmo fuese un pequeño destello de felicidad pura, ésta en su totalidad no sería posible, pues implicaría un desapego de todo lo demás. Tomar todo lo que uno quiere para luego dejarlo ir. Yo comparto mi climax. ¿Es posible lograr una felicidad que no sea compartida?.