Un viaje de Sol a Ción.

Ción; el lugar donde todo se yuxtapone
con el Alma.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Sin Título-


“¿Fumarías conmigo?” – Preguntó como si fuera necesario escuchar una respuesta “¡Qué lindo sería eso!” – Respondió.
A ella le encantaría, mechar uno y, entre el aceite espeso, charlar., Seguramente estarían desnudos, y después dejarían que todo fluya con más fluidez, y más risa. Y más espectacularidad.
 El espacio entre ellos se hacía cada vez más chico y el suelo se abrigaba cada vez más. El clima apocalíptico de la Capital hacía sentir la tempestad eclesiástica, la necesidad de contemplarse, de sentirse, de penetrar en los sentidos más profundos en la piel del otro.
 El espacio entre ellos presionaba y jugaba, la piel rozaba y el sonido existía, excitante. La sangre reía idiota, la piel se erizaba en tantos y el silencio; el silencio eran mil gritos ahogados.
Las manos enajenadas recorrían kilómetros y se hundían y se oscurecían. El tiempo, inerte, parecía inmutable mientras el sudor, el vapor, comenzaban a sublimar a Lucifer. Sentían que era bueno arruinarse uno con el otro, lo concebían como si estuvieran profesando una religión cuasi adictiva… y aún no habían vivido nada.
Contorsionados, cayendo en el anonimato o el secreto, quizás con algo de angustia, pero para disfrutar la plenitud solitaria que ahonda tal acto, ellos se dejan avanzar por el delirio y las ganas, conocen el arte de saciar y saciarse, una vez más.
Si sólo los pixeles transmitían la fogosidad y el ardor se hacía sentir, hoy se quemaban la piel.
“¿Fumarías conmigo?” – Repitió. “Supongo que ya no lo creo necesario” – Contestó observando las luces que avanzaban en los pliegues de su oscura silueta.