Con la respiración entrecortada
y con la peluca enredada en tu viento,
con el sueño que me vigila y persigue
y una tristeza profunda.
Con la voz cansada
de insistir
y tratar
y querer con mucha fuerza.
Con la insipiente discapacidad
de dejarte ir.
¿Será que no te amo tanto como para dejarte volar?
Con la necesaria enfermedad,
volviéndose una deidad,
de vivir siendo un hermoso lío,
necesitando atardecer en un quilombo,
llorar, gritar, reír, empujar, volver a amar.
El sorrynotsorry de mi propia legitimación
en un lugar absurdo de auto-compasión
por sentir amor y vergüenza,
por querer quitarme las cadenas,
de algo que elijo repetidamente.
Sufrir.
Con la burbugeante idea,
casi intimidante,
de sentirte lejos
aun teniéndote cerca.
Con la respiración entre cortada
y las raíces atadas a tu tierra,
con el cansancio de querer y no poder,
me pierdo.
Y me alejo,
aunque sea yo la de tu espejo.
