Un viaje de Sol a Ción.

Ción; el lugar donde todo se yuxtapone
con el Alma.

jueves, 18 de julio de 2013

Solo yo.


   Nunca me dolieron tanto un par de palabras tan ilusas; "Susana, ella es Pía". - Solo Pía.

  Antes era feliz siendo nada más que Pía, estaba orgullosa incluso. De repente deseo muy visceralmente el poder contener el llanto, que si he de llorar, lo quiero llorar todo y que sea bien. No sé qué es llorar “bien”, pero puedo jurar que no se parece nada a estas lagrimas berretas.

   Añoro que la Paz venga a mí o la Furia destruya todo, pero, por favor, que las desilusiones no me roben pedacitos de mi Alma cada vez. 

  Yo me disimule sola un par de años, deje que alguien más solventara que sería de mi socialización. Yo hice esto porque mi mismísimo ser quiso que así sea.

   Jamás se cursaría por mi instinto permitir, hoy en día, que alguien pasara por encima de mis temples, que, sin mentir, me dibujaran vicisitudes, que, disimulando, modificaran mi existencia que, sin querer, me dañen el juicio por deporte.

     Amanecí un día  ambicionando un motivo para reír a diario. Desperté con apetitos de abrir las aduanas de mi mente, de amar porque si, de bailar un living entero cada noche. Me pregunte en aquel momento si estaba dispuesta a exponer tanto mi cuerpo, a pelar todas estas capas de cebolla; la mayoría del tiempo me llevo mal con la palabra "exposición", me hace sentir débil.

   Decidí soltar mi cuerpo, liberar mis ganas, fluir. Me tropecé con mi imagen cometiendo el acto de amar, me encontré riendo. Ya no era nada más que Pía, alguien había agrado un valor a este nombre, era como casi un apellido, que repetía cada vez, al instante de pronunciar mi nombre. Ese alguno se había vuelto de gran valor para mi entonces. Pero, por momentos, yo volvería a ser Solo Pía. 


   Es así como me di cuenta que yo crecí con el mundo y el mundo conmigo; que tomo elecciones, y que las tomo con mi ser consciente. Creo, entonces, no hay nadie con derecho a truncar mi decisión de felicidad en un horrible agujero en el pecho. No hay nadie, ni siquiera aquel que ha podido ahondar mi cuerpo más profundamente, que deba sentirse idóneo de dominar mi espíritu, de ocultar mi situación, de creerme inepta, de vaciarme el júbilo, de ajar mi sedimento, y, por sobre todas las cosas, de ocultarme, aun si fuera disimulando.. Y no, no soy únicamente Pía, soy todas las marcas que mi cuerpo lleva, soy todo lo que quien este frente mio quiera que sea y no soy todo aquello que no me permito ni me dejan ser.