Un viaje de Sol a Ción.

Ción; el lugar donde todo se yuxtapone
con el Alma.

lunes, 19 de febrero de 2018

El pibe de los ojos de reptil.

             Yo creo que nació de un mar de fuego. Y se crió acariciándose con el mal. 
           Lo abracé desde un principio porque, ni idea, él me abrazó. Me mostró su corazón y estaba roto y le sopló el polvo a su Alma, buscando una conexión. Casí con la postergación frenética del obsesivo, mi cuerpo quería abrazarlo, tocarlo. Cagarle a besos la piel que pedía un millón de mimos y a la vez tenía miedo, porque quizás hacía un tiempo largo que nadie la rozaba. 
               Me miró, y sus pupilas me jugaron sucio… Me iba abducir a su planeta y yo me iba a querer quedar… horas y horas, bebiendo de su Soma. Ese pibe era amor, y me estaba hablando a mí, cantando a mí, haciéndome bien a mí, temblar a mí, todo el tiempo… justo a tiempo. 
               Será que me gustan las cosas viejas, las cosas imperfectas, las guerras valientes, los miedos inocentes. Dormí entre sus Alas y sostuvo mis manos cuando entonces mi espíritu se acordó que estaba vivo y entendí que estaba acá, al fin estaba acá. 
              Pude ver como se prendió más de una vez fuego por dentro, y se quemó. Y veo sus llamas, que empiezan a brotar por los poros, gotas violetas y aire naranja… es una galaxia en expansión, un puchito en el colchón, divina conexión.

 (Voy a conseguirme unas lindas quemaduras.)
 Gracias.